La mejor versión de ti mismo
Partes de lo que eres y hacia dónde quieres llegar, para crear la mejor versión de ti mismo
Partes de lo que eres y hacia dónde quieres llegar, para crear la mejor versión de ti mismo
Hay personas a las que les encanta construir cosas. No te voy a engañar, a mí también me gusta, pero lo que de verdad me fascina es el verbo opuesto, deconstruir, entendiendo por ello el hecho de deshacer analíticamente los elementos que constituyen una estructura, pero no con el fin de destruirlo sino con de comprenderlo o ver de qué está hecho.
No, no voy a hablar de tecnología, aunque lo parezca por el título de esta entrada. Así que si has llegado hasta aquí gracias a los inexcrutables caminos del SEO, será mejor que te quedes porque me gustaría hablarte de desarrollo personal.
La reflexión de hoy no es nueva, porque somos seres sociales desde el inicio de nuestro tiempo. Pero lo que si es nuevo es nuestra capacidad para tejer nuestra red y catalizar su crecimiento gracias al número de conexiones que podemos establecer en las redes sociales.
Hace unos días leyendo sobre un artículo de salud, me encontré con un término interesante que sin duda podríamos adaptar a todo lo que hacemos, y es el de la ‘Cultura de pedir permiso’ que subyace en muchas de nuestras decisiones.
El otro día con motivo de las elecciones al Parlamento Europeo escuché algo que me ha hecho reflexionar. La pregunta en cuestión era ¿qué hubiera pasado si todos los que no han votado lo hubiesen hecho?
Cuenta la leyenda noruega que los navegantes Vikingos eran capaces de orientarse incluso de noche gracias a las propiedades mágicas de una piedra solar.
Cada vez tengo más claro que el aprendizaje y el conocimiento no va de tecnologías o plataformas, sino que de nodos y de cómo somos capaces de fluir por ellos.
Buceando por el blog de Nancy Dixon (profesional referente en temas de gestión del conocimiento), descubro la ‘Teoría de las 4 habitaciones del cambio’, desarrollada en el año 1975 por el psicólogo Claes F. Janssen.
Pasamos tanto tiempo haciendo planes, marcando objetivos y pensando en el ‘gran cuadro’, que olvidamos la importancia del día a día, de los pequeños éxitos que logramos pero que dejamos escapar sin celebración alguna.
Llevo un tiempo reflexionando de forma intencional y constante sobre el valor que tiene el conocimiento en las personas y cómo podemos transmitirlo, lo cual me está aportando un interesante aprendizaje que me gustaría compartir contigo, aún siendo consciente de que vas a recibir menos del 10% de este aprendizaje (y ahora sabrás por qué).
Parto la reflexión de hoy desde la siguiente premisa: ‘somos amigos de la dualidad’. Las cosas son blancas o negras, las personas buenas o malas, los políticos líderes o corruptos,… ¿Por qué nos empeñamos en buscar dualidades, en polarizarnos, cuando entre el blanco y el negro existen infinitos matices de grises?
Últimamente y gracias a un proyecto en el que estoy inmerso y del que estoy disfrutando y aprendiendo muchísimo, estoy redescubriendo el significado de muchos términos que aunque no los daba por asumidos, si que sentía que habían evolucionado. Y este es el caso de la palabra ‘Aprender’.