En un mundo en el que la conexión entre las personas es cada día mayor, se favorece un contagio muy especial, que puede hacernos vivir sentimientos muy intensos. Es el contagio emocional y casi todos somos susceptibles de sufrirlo.
Hoy seré el maestro de mis emociones. Og Magdino
Foto de agu2000_de vía Flickr
Es muy probable (salvo que seas un psicópata) que hayas sentido alguna vez el contagio emocional. Conectas con una persona y cuando te quieres dar cuenta, te ves invadido por un aluvión de sentimientos que no te pertenecen y que absorbes como si fueras una esponja.
Los seres humanos difícilmente podríamos vivir aislados, necesitamos estar unos con los otros y conectados mediante la empatía, que es el hilo invisible que nos une emocionalmente.
Somos seres emocionales y cada vez que interactuamos entre nosotros, se produce un intercambio emocional. Es como si tuviéramos una carpeta en nuestro disco duro en la que dejamos que otros depositen allí una parte de ellos, de cómo se sienten y qué nos quieren transmitir.
A veces este intercambio es muy sutil y no nos percatamos de él, pero casi siempre existe. Por eso terminamos agotados si nos cruzamos con un vampiro emocional, contentos si conectamos con alguien que nos transmite felicidad, o incluso tristes si hablamos con alguien que sufre una depresión.
Aunque es un movimiento bidireccional, normalmente el intercambio se produce desde la persona que más sentimientos despliega hacia la que menos, que actuaría como receptor de las emociones.
En este intercambio emocional, las neuronas espejo podrían desempeñar un papel fundamental y están relacionadas con la imitación de conductas y la empatía. De forma inconsciente, tendemos a imitar las reacciones de los demás. Si sonríen sonreímos, si están serios nosotros también, haciendo de las relaciones una especie de cortejo que evalúa el grado de conexión o empatía que tenemos con la otra persona.
Sería algo como el test personal para ver el grado de compatibilidad hacia una amistad o relación de pareja. Cuanta mayor sea la coincidencia, mayor serán las posibilidades de formar una relación.
Además tiene un gran importancia social, ya que este intercambio produce un feedback continuo entre las personas, de forma que nos informamos continuamente unos a otros de nuestro estado emocional. Se cree que es una ventaja evolutiva que nos ayuda a vivir en grupo.
Como en todo en la vida, hay personas que son capaces de transmitir y recibir un gran flujo emocional y otras que parece que tienen un escudo antiemociones y no transmiten ni reciben nada.
Aplicaciones del Contagio Emocional
La habilidad de comunicar y transmitir emociones, es algo muy poderoso si sabemos controlarlo y usarlo adecuadamente. Este tipo de estrategias son muy usadas en márketing y publicidad. Es muy curioso como no te venden un producto, sino una emoción ¿Te gusta conducir…? Cada vez que veo a Steve Jobs y su gran despliegue emocional encima de un escenario, me dan ganas de comprarme el iloquesea que esté vendiendo 😉
Por otro lado, si queremos por ejemplo contarle a nuestro jefe una idea o proyecto nuevo, puede ser crucial que consigamos transmitirle toda nuestra pasión con el proyecto para que este dé su visto bueno.
Seguro que no te has percatado, pero muchas veces lo habrás aplicado de manera inconsciente. Cuando necesitamos conseguir algo de una persona, lo primero que hacemos es acudir con una gran sonrisa para conseguir una predisposición favorable a nuestras peticiones… ¿te suena?
Por eso, la gestión de nuestras emociones es un aspecto fundamental de nuestra educación y que muy pocos colegios enseñan. Los niños que saben gestionar sus emociones, son los que mejores relaciones alcanzarán en el futuro y los que se convertirán en líderes.
Dice Goleman en su libro Inteligencia Emocional, que” la capacidad de un orador o de un líder se mide por su capacidad para movilizar las emociones de su audiencia”, “esencia misma de la capacidad de influir en los demás”. Qué gran verdad… y es la característica predominante en los grandes ponentes, como muchos de los que participan en las Charlas TED.
La habilidad de contagiar o ser contagiado emocionalmente, podría ser como la siguiente gráfica.
La mayor parte de la población, se mueve en el centro de la gráfica y se deja contagiar o contagia en mayor o menor grado.
En el extremo derecho de la gráfica estarían las personas que son hipersensibles, aquellas que al más mínimo estímulo se emocionan intensamente y pueden llorar o reír de forma incontrolada.
Y en el otro extremo tendríamos a las personas que son herméticas e impermeables al contagio emocional. En este grupo estarían los psicópatas, que pueden cometer crímenes horribles sin inmutarse, porque no les produce emoción alguna. Y tampoco se compadecen de sus víctimas ya que carecen de toda empatía. Es como si en su sistema operativo no tuviera instalado el programa Empatía2.0.
Lo ideal sería que, con independencia del lugar que ocupemos en el gráfico, fuéramos conscientes de nuestro poder de absorción emocional y del impacto que podemos causar en los demás transmitiéndoles nuestras emociones. Y después claro, poder controlarlo a nuestra voluntad…
¿Eres una esponja emocional? ¿Te consideras capaz de contagiar tus emociones a los demás?
Mister Valiente dice
Considero que yo estoy en un grado medio entre las personas hipersensibles y las impermeables a las emociones pero haciendo una precisión. Creo que, salvo los totalmente impermeables a las emociones, los demás tenemos una sensibilidad «dirigida», es decir, dependiendo de que tipo de emoción se trate nos llega más o menos en función de nuestro «historial emocional». Todo lo que nos haya sucedido en la vida nos ha dejado una determinada huella emocional y respondemos con más intensidad a las emociones relacionadas más profundamente con esa huella, aunque puede que también halla emociones universales (que nos vienen dadas por nuestra naturaleza humana) que nos llegan de forma similar a todos.
Chema dice
Me ha gustado mucho tu reflexión y estoy totalmente de acuerdo contigo.
Además, me has leído el pensamiento, porque precisamente el siguiente artículo al respecto va a ir sobre la sensibilidad emocional individual y cómo nos «adaptamos» o inhibimos a distintas emociones.
Gracias por comentar!
Atenea L2 dice
Juraría que una vez leí en algún libro sobre el arte de persuadir que cuando un ser humano está en un grupo numeroso disminuye su capacidad intelectual y aumenta su sugestionabilidad. Hecho éste por el que se explican las ventas de alfombras, ollas y otros múltiples enredos en esas sesiones a las que te invitan y si vas con alguien te regalan un reloj.
Atenea L2
Chema dice
Es muy interesante como podemos cambiar nuestro comportamiento en función de si estamos solos o en grupo. Yo diría que quizás más que disminuir el intelecto, nos resulta más fácil adoptar una emoción positiva conjunta y somos más vulnerables a la compra.
¿Conocéis alguna publicación al respecto?
Iris dice
!Gran artículo! Me ha encantado. Creo que la inteligencia emocional es, al mismo tiempo, un regalo y una desdicha si no se cuenta con la suficiente templanza para poder gestionarla. Por eso siempre he pensado que hay personas que aún contando con un gran potencial emocional lo desaprovechan proyectándolo hacia sí mismas, mientras que hay otras que tienen, como tú dices, ese poder para movilizarlo y manipular (en el mejor de los sentidos) el ambiente que las rodea. Esta habilidad es fundamental, más allá del ámbito de la publicidad, para impartir la docencia o ejercer de psicólogo, por ejemplo. Todo aquel que quiera inculcar cierto conocimiento o dejar huella necesita generar el impacto emocional adecuado para conseguirlo. Como profesora, siempre he pensado que los diez o quince primeros minutos de una clase deben dedicarse a generar el ambiente propicio, a conectar en la medida de lo posible con el público y poder convertirte así en el líder de la manada. ¿Por qué? Porque es obvio que en esta vida el poder de las palabras radica no tanto en su contenido como en su fuerza, que viene determinada siempre por la identidad de quien las dice; a veces no importa lo que se diga ni cómo se diga,sino quién lo diga.
Lo dicho, que me ha encantado 🙂
Un saludo y gracias desde Galicia,
Iris, una esponja y un TDT emocional 😉
Maria Ofelia Ebbio dice
Urgente necesito un consejo. Las enfermedades son emocionales en gran parte . Mi caso es si me involucró con alguien que padece Parkinson hipertensión o diabetes comienzo a tener sus síntomas.
María Rojas dice
Hola, Sabes si hay alguna otra manera como se le llame al Contagio Emocional, Quiero hacer uan revisión de Literatura. Muchas Gracias