Resulta muy curioso que cuando crees que empiezas a comprender cómo funcionan ciertos aspectos de la vida, de repente descubres algo nuevo que te devuelve a la casilla cero y empieza una nueva aventura…
Foto de Jorge Franganillo vía Flikr cc Atribución
Eso es en resumen, lo que me ha pasado cuando he descubierto la música en ‘modo intérprete’, más allá del nivel usuario al que todos estamos acostumbrados (si eres músico o estás aprendiendo a tocar algún instrumento, sabrás perfectamente de lo que estoy hablando).
Porque cuando pensaba que llevaba 6 meses aprendiendo a tocar el piano, lo que en realidad he hecho es empezar a aprender a entender la música, a respirarla, a sentirla de la forma en que fue escrita,… En definitiva, estoy aprendiendo un nuevo lenguaje a través de un viaje que está siendo realmente enriquecedor, no solo por el aprendizaje en sí mismo, sino también por su aplicación como herramienta de desarrollo personal.
Porque cuando mi profesor habla de interpretación, yo le hablo de presentaciones: él habla de sentimientos y yo entiendo de emociones; él me enseña a centrarme en la dificultades de una partitura y yo lo aplico a problemas cotidianos. Hablamos en definitiva de las mismas cosas, pero desde perspectivas muy distintas.
Hoy he aprendido que una partitura además de notas, ritmo, pulsos y silencios, también contiene dos partes muy importantes y diferenciadas: la parte de las sensaciones y las de las emociones.
Y como me gusta llevármelo al terreno personal, podríamos decir que las sensaciones es aquello que hacemos sentir a los demás de forma continua, es decir, nuestra banda sonora original. Todos llevamos con nosotros un aura o halo que nos envuelve y que provoca una sensación en los demás. Aquel sentimiento que despierta alguien en nosotros cuando nos encontramos con él.
Y después están las emociones, que son los estados de ánimo puntuales que provocamos en los demás con nuestras palabras o acciones y que sufren grandes oscilaciones.
A veces no somos conscientes del efecto que tiene nuestra música en el estado anímico de los demás y de que existe la posibilidad de que sus neuronas espejo bailen al son de nuestro ritmo, o por el contrario acaben sucumbiendo a nuestros encantos vampíricos emocionales. Y es que para que dos personas entren en sintonía, sus melodías han de estar perfectamente sincronizadas.
Al igual que ocurre con una buena melodía, está en tu mano la posibilidad de producir en los demás una sensación positiva y acompañarla de grandes dosis de huellas emocionales.
¿Ya tienes preparada tu banda sonora?
Miguel dice
A todos nos ha pasado, no? cuando nos interesamos más sobre algún tema y logramos verlo y entenderlo desde un punto de vista diferente al clásico que nos enseñaron. Supongo que por eso todos decimos «si volviese a la escuela o a la universidad sabiendo o que sé ahora, aprovecharía mucho más». A veces incluso te das cuenta de que te encanta una «asignatura» que en el colegio odiabas, y resulta que era simplemente que el profesor no lograba hacértela ver desde una perspectiva más interesante, hacértela entender como tú necesitabas. A mí me pasó con la Historia! supongo que esa es la clave de los buenos profesores…
MIA
Chema dice
Es cierto, tener un profesor o más bien un mentor que te descubra un tema y lo comunique desde la pasión, hace mucho tanto para la comprensión del tema, como para que incluso influya en nuestros gustos personales. A mí me paso precisamente eso con mi profesora de química, de la que aprendí muchísimo