Seguramente alguna vez te has cruzado en tu vida con una persona poseedora de un gran campo de distorsión. Si lo has hecho es muy posible que no lo olvides nunca, porque los efectos que tienen en nosotros este tipo de personas son devastadores.
Cuando alguien con un gran campo de distorsión entra en nuestro radio de acción, nos atrapa irremediablemente, de una forma casi mágica y hace que nos olvidemos del resto del mundo.
El magnetismo de una persona está determinado por el impacto emocional que tiene sobre los demás
Foto de oskay vía Flickr
La primera vez que leí sobre este tema fue en un post escrito por Michael Ellsberg en el blog de Tim Ferris, cuando buscaba documentación para escribir sobre el Arte de la Mirada. Hace unos días tropecé con una entrada de Andrés Pérez Ortega en la que hablaba sobre este tema y recordé que era algo sobre lo que quería escribir desde hace algún tiempo (gracias Andrés por el momento de Serendipia ;-)).
El campo de distorsión es una cualidad que ciertas personas han logrado desarrollar y que consiste en que son capaces de conseguir toda la atención de las personas que están a su alrededor. Podríamos definirlo como un potente campo magnético que nos atrae durante el tiempo que dura su influencia.
Esta cualidad no es algo con lo que nacemos, si no que forma parte de nuestra identidad personal, aunque algunas personas consiguen llevarla a niveles altos, ejerciendo en los demás una gran influencia.
Bill Clinton lo tiene y Steve Jobs también
Todos conocemos algunos ejemplos pero quizás estos dos sean los más llamativos, porque hemos podido ver sus propiedades en muchas ocasiones.
La política es un campo en el que este efecto puede marcar la diferencia. Muchas personas que han conocido personalmente a Bill Clinton, coinciden en una cosa: el gran poder que tiene su campo de distorsión.
Cuando Clinton entra en una sala llena de gente, enseguida acapara todas las miradas. Puede que esto se deba a que es una persona reconocida internacionalmente, pero cuando le ves en acción te das cuenta de que es otra cosa.
Imagina por un momento que te presentan a Bill Clinton. Según se está acercando ya tiene sus ojos clavados en ti pero con una mirada suave, nada agresiva. Su sonrisa enseguida conecta contigo y tus neuronas espejo hacen que tu también estés empezando a sonreír. Su postura corporal denota una señal de bienvenida, ni demasiado cerca, ni muy lejos. Aprieta su mano contra la tuya y te abraza con todo su arsenal gestual. El mundo se para. Ya estás dentro de su campo de distorsión…
Steve Jobs también lo tenía y sabía aprovecharlo muy bien. Mucho se ha escrito sobre su obsesivo carácter perfeccionista y la forma que tenía de tratar a veces a la gente, pero aún así cuando presentaba cualquiera de sus productos conseguía atraerte con todo su magnetismo y entrabas en otra dimensión.
Steve conseguía este efecto porque irradiaba pasión por todo lo que hacía y pasara lo que pasara, mantenía un rumbo firme hacia su objetivo. Era capaz de enfocarse en algo y perseguirlo hasta sus últimas consecuencias.
Ingredientes para desarrollar tu campo de distorsión
Todos tenemos nuestro propio campo de distorsión, aunque es posible que aún no lo usemos de forma consciente y con eficacia. Sin embargo seguro que has notado que en algunos momentos de tu vida has conseguido conectar con otra persona y que toda su atención se dirigía hacia ti.
El ingrediente más importante es la pasión por lo que haces. Si la tienes serás capaz de transmitirla cuando hables con otras personas. La pasión es el virus más contagioso que existe y consigue mover las emociones de los demás hasta que entran en sintonía con las nuestras.
Es muy curioso, pero uno de los ingredientes para conseguir que otras personas se fijen en nosotros es precisamente darles toda nuestra atención. Si somos capaces de ponerles en valor y escucharles atentamente, crearemos una conexión.
El enfoque y la coherencia son otras dos cualidades importantes para conseguir un efecto de distorsión potente. Si somos capaces de marcarnos un objetivo y perseguirlo sin desviarnos de él, atraeremos la atención de los demás, porque todo lo que hagamos será coherente con nuestra meta y no habrá disonancias entre lo que queremos conseguir y nuestras acciones.
Y por último pero no menos importante, es fundamental que utilicemos todo nuestro lenguaje verbal y corporal para conseguir que nuestras ‘víctimas’ entren en nuestro campo de distorsión y se queden allí.
¿Eres capaz de activar tu campo de distorsión?
Clara Elisa Tapia dice
Es una obra extraordinaria , nos ayuda a reflexionar sobre la manera en que estamos manejando nuestras emociones y competencias. Incentiva hacia el crecimiento personal, favorece la adquisición de conocimientos y fortalece nuestras competencias personales y profesionales
Clara Elisa Tapia dice
El efecto Pigmalión
En el año 2014 tuve la oportunidad de estudiar las cualidades del liderazgo de Steve Jobs; luego de este análisis concluimos que las cualidades de Steve, lo hacían ser considerado un líder para cualquier época o tiempo; dada su capacidad de atracción, atención y la pasión que impregnaba en todo lo que se proponía; todo lo cual se haya íntimamente relacionado con el “Efecto Pigmalión” . Así que, desde este enfoque comencé a mejorar mis cualidades de líder, a trabajar mi empatía y mi carácter.
Hoy después de tres años, puedo decir en el contexto de trabajo, en mis colaboradores (equipo de trabajo) sigo estando presente a través de las acciones que desarrollamos juntos. He tratado de equilibrar en el ejercicio del liderazgo la atención a las tareas y a la persona. Considero que la pasión, amor, entrega y respeto son claves en el efecto que queremos lograr.
claraelisanin dice
El conocer y analizar en que consiste el Efecto Pigmalión es de gran ayuda para educadores, administradores, padres, madres y todos los que conviven o dirigen equipos. El poder que ejerce en las personas lo creemos de ellas es tremendamente influyente en los comportamientos que asumen y en el desarrollo de la personalidad. Si nuestras consideraciones y expresiones están cargadas de frases negativas (tu no sirves para nada, eres un fracaso, nunca lograrás nada, tu desempeño es fatal) eso es lo que estamos estimulando; por lo tanto eso es lo que veremos o esperamos ver. En cambio se estimulamos con frases positivas y visualizamos una persona exitosa (tu puedes, sigue adelante, eres excelente) eso es lo que veremos.
Recuerdo que para el año 1985, en mis años de maestra de 8vo. grado en Educación de Adultos en la Escuela Sabana Perdida, Santo Domingo, República Dominicana; tenía dos alumnos: Una joven que tenía muchas limitaciones para avanzar y aprender; de forma natural e inconsciente, yo siempre le decía: tú puedes, tú puedes, sigue adelante. Años más tarde (2000), me encontré con esa alumna siendo maestra igual que yo, y me dijo: siempre recuerdo sus palabras, tú puedes, sigue adelante (yo ni siquiera sabía que había pronunciado aquellas palabras).
El otro joven, era muy lento, no avanzaba, ni parecía aprender nada. En ese tiempo, solo se necesitaba tener el 8vo grado para ingresar a las fuerzas militares y policiales, pensé en mi interior quizás esto le interese; así que no lo retuve y dice que le queme la vida. Años más tardes me encontré un excelente odontólogo en las calles, hasta con oficina propia. Aprendí que no podemos etiquetar a nuestros alumnos porque no manifiestan los aprendizajes que nosotros creemos que tienen que manifestar; pues no conocemos su potencial, lo correcto es estimularlos. En el aprendizaje se genera un salto cognitivo que nos puede sorprender.