A veces es tan importante registrar una idea como el simple hecho de tenerla
Hemos hablado en otras ocasiones sobre cuáles son las mejores técnicas para alcanzar tu estado creativo y de qué modo se elaboran y surgen las ideas. Y es que muchas veces esos momentos no tienen nada que ver con procesos creativos, porque no los estamos buscando.
De repente sale a la luz una idea que se ha ido formando en nuestro cerebro durante cierto tiempo bebiendo de múltiples fuentes y experiencias, y que en ese momento está lo suficiente madura. Pueda que no sea una idea muy elaborada, a veces aparece en forma de esbozo o de protoidea, pero algo en tu interior te dice que es buena o que te puede llevar a otras ideas interesantes.
También es posible que pasado un tiempo vuelvas a valorar esa idea y te parezca innecesaria o irrealizable. Por eso a veces es necesario ponerla en barbecho para rescatarla más adelante, cuando nuestro estado emocional sea distinto y nos permita evaluarla mejor.
Sea como fuere, soy de la opinión de que cuando se tiene una idea, tenga esta el valor subjetivo que tenga , deberíamos registrarla para poder volver sobre ella más adelante. Es muy interesante disponer de un cajón de ideas o un espacio de almacenamiento que podamos consultar y quizás algún día poder desarrollar.
El problema es que muchas veces surge la idea cuando estamos por ejemplo conduciendo, o en la ducha, o en cualquier otro momento en el el cual es muy difícil su registro. Cuantas veces habré pensado ¿Por qué no tendré una libreta en la ducha?
En otras ocasiones estás en ese momento antes de dormirme poniendo en orden todo lo que has vivido durante ese día, y de repente te viene una idea que piensas que es muy buena, pero estás apunto de dormirte y lo que menos te apetece es levantarte a registrar la idea. Y sabes que si no la registras se te va a escapar…
Hoy en día eso es muy fácil registrar las ideas, ya que la tecnología nos acompaña a todas partes. Si tenemos el teléfono móvil a mano, podemos grabar una nota de voz, enviarnos un correo o un SMS o usar alguna de las aplicaciones de gestión de información, como Evernote, GDocs o archivos de texto. Y sino, siempre podemos tirar de métodos analógicos, como es llevar encima una pequeña libreta y un bolígrafo.
Más adelante podremos volver sobre ellas y desarrollar alguna, o catalogarlas y dejarlas para momentos de sequía creativa en los que no surge ninguna idea interesante. Lo importante es que esas ideas nunca se pierdan.
Yo suelo usar varios métodos. Por un lado utilizo la grabadora de voz del teléfono como método de registro rápido en situaciones en las que no puedo escribir. Si estoy delante del ordenador creo una nota en Evernote, hago una captura con Diigo o simplemente me envío un correo electrónico con el asunto «idea». De cuando en cuando, me dedico a rescatarlas y organizarlas en un documento en línea específico sobre ideas.
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