El otro día llegaba a mis manos a través de Facebook un interesante artículo que hablaba sobre la Teoría de las ventanas rotas y que llamó mi atención. En él explicaban un curioso experimento realizado en la Universidad de Stanford en el año 1969 por el profesor Phillip Zimbardo.
[quote]Hasta el hundimiento del Titanic comenzó con una pequeña grieta en el casco[/quote]
Foto de warein.holgado vía Flickr – Licencia Atribución
Dos coches idénticos fueron abandonados en 2 ciudades distintas. Uno en el Bronx, por entonces una de las zonas más deprimidas de Nueva York; y el otro en Palo Alto, zona de alto nivel económico de California. El objetivo del estudio era comprobar qué pasaría con aquellos vehículos en función del nivel social donde habían sido abandonados.
Los resultados que obtuvieron fueron que el coche depositado en el Bronx sufrió de vandalismo a las pocas horas de ser abandonado, mientras que el otro vehículo aguantó varios días sin desperfecto alguno. Hasta aquí es un hecho que a la mayoría de personas nos podría parecer lógico y esperable.
Lo curioso es que el experimento no terminó en este punto. Los investigadores decidieron romper entonces una de las ventanas del vehículo que aún estaba intacto y ahí fue cuando el estudio se volvió más interesante… En pocas horas el coche sufrió los mismos episodios de vandalismo que había recibido el vehículo abandonado en el Bronx. Y a partir de ahí y con la suma de posteriores investigaciones, se desarrolló la Teoría de las ventanas rotas.
De este estudio se podemos extraer varias conclusiones. En primer lugar, que un cristal roto transmite idea de deterioro, de normas rotas y de falta de cuidado, lo cual produce un efecto en cadena que lleva a un mayor deterioro, lo que refuerza las mismas ideas y cierra el círculo.
En segundo lugar, que de la misma forma podemos llevar esta reflexión a otras esferas de nuestra vida. Un cristal roto podría equivaler a un descuido en el trabajo, relación de pareja, objetivos, etc.
Es algo que no me había parado a pensar hasta ahora y creo que se cumple en muchos casos. Por ejemplo cuando me planteo perder peso y empiezo una dieta, existen días o momentos señalados en los que decido saltármela. Este es un hecho que seguro que a mi organismo le resulta irrelevante, porque total ¿qué es un día o un momento entre muchos días de esfuerzo y sacrificio? Pero ese pequeño ‘descuido’ supone en ocasiones la ventana rota que me lleva a abandonar el hábito a medio o largo plazo.
Parece que la disciplina personal es mucho más importante de lo que pensamos para conseguir un objetivo o adquirir un hábito, porque relajarnos mediante la omisión de pequeños detalles que a simple vista podrían parecer poco importantes, pueden ocasionar brechas en el sistema que acaben por hundir el barco.
Quizás por eso las personas que consiguen sus objetivos tienen una mezcla perfecta entre enfoque, motivación y autodisciplina.
¿Cómo podemos luchar contra las ventanas rotas?
Cuando nos planteamos cualquier objetivo, es normal que se rompan algunas ventanas, al fin y al cabo no dejan de ser de ‘cristal’. Lo importante en estos casos es que seamos conscientes de la posibilidad de que esas ventanas se pueden romper, y estar así preparados para repararlas antes de que se dañen otras, manteniendo íntegro el sistema durante el mayor tiempo posible.
Siendo conscientes del efecto que produce esta teoría, deberíamos empezar con una buena revisión de todas nuestras rutinas, para detectar cuáles son nuestras ventanas rotas y evitar que alcancen un Efecto Mariposa en nuestros hábitos.
Y tu ¿permites en tu estructura la presencia de ventanas rotas?
humberto dice
Me interesa este espacio donde se puede aprender mucho sobre las formas util de usar el cerebro. Nada debe haber que escape a la capacidad de observacion y refleccion de una mente bien adiestrada y esto ultimo se alcanza con disciplina y metodo continuo.. Muchas gracias por haber creado esta web…
Chema Cepeda dice
Gracias a ti Humberto por compartir esta reflexión 🙂
ragan dice
Creo que el subtítulo «¿Cómo podemos luchar contra la Teoría de las ventanas rotas?» es inadecuado. Debería ser «¿Cómo podemos luchar contra las ventanas rotas?». No hay que luchar contra la teoría, es como tratar de contradecir al tal profesor Zimbardo.
Por lo demás, excelente artículo. Saludos.
Chema Cepeda dice
Gracias Ragan, tenías razón y ya está corregido 😉