Tenemos la falsa impresión de que controlamos nuestra vida digital y los datos personales que circulan por la red. ¿Eres realmente el responsable de tu exposición en Internet? ¿Qué responsabilidad tienen los demás?
Foto por UNC-CFC-USFK vía Flickr
Esta reflexión surge a raíz de una microconversación que tuve con @rahego en Twitter sobre quién es el responsable de los datos personales que figuran en Internet. Inauguramos así nueva sección en El Efecto Pigmalión.
Es cierto que no deberíamos publicar nada en las redes sociales que no queramos que se sepa, ya que el efecto amplificador es implacable. Pero, ¿qué pasa con la información que publican los demás sobre nosotros? ¿cómo podemos controlarlo?
Cada vez que subimos una foto, hacemos un comentario o damos nuestros datos para subscribirnos a algo en Internet, estamos aceptando implícitamente la posibilidad de que se publique esa información a la vista del que quiera mirar. No quiero decir que esto que sea ético ni legal, sino que simplemente pasa.
Que alguno de nuestro datos estén al alcance de todos, no significa tampoco que esto suponga un problema, de hecho hay quien prefiere tener un cierto nivel de exposición. El problema viene cuando «publicas» información que creías que era privada. Ya se han dado casos de personas que no han sido contratadas en un trabajo tras una simple búsqueda previa de sus datos en Internet.
Creo que en cierto modo es inevitable y de difícil solución. La cantidad de datos personales que circulan por la red aumenta de forma exponencial. Basta con introducir nuestro nombre y apellidos entrecomillados en Google, para que el buscador escupa parte de nuestra vida personal: nº del DNI, asuntos en organismos oficiales, fotos, respuestas en otros blogs, etc.
Además, el nivel de datos nuestros esparcidos por la red, es directamente proporcional a nuestro nivel de interacción en ella. La mayor parte de las veces, lo hacemos de forma inconsciente y sobre asuntos mundanos, pero la repercusión puede ser importante.
¿Y qué hay de la responsabilidad de los demás? ¿Por qué alguien puede por ejemplo publicar mi ubicación actual en facebook places? ¿O subir una foto mía con 5 mojitos de más y un aspecto indecente? O simplemente compartir un estado o comentario de mi muro con sus amigos…
Recuerdo que en el colegio, como se corriera un rumor falso estabas apañado… Ya podías desmentirlo, que corría como la pólvora. Aunque en cierto modo el impacto estaba contenido. Ahora estamos en la versión rumores 2.0, en los que el ámbito de extensión se ha multiplicado por varios factores.
Estamos en un momento en el que cualquier persona con un mínimo interés, puede hacerte una radiografía y saber cosas de ti que incluso personas de tu entorno más cercano desconocían: en qué blogs comentas, cuáles son tus favoritos compartidos, tus gustos, e incluso tu número de teléfono y dirección.
Lo que está claro es que cada vez es más difícil moverse bajo el radar…
Entonces, ¿Cómo podemos separar nuestra vida analógica de la digital? Se admiten sugerencias…
Aitor Calero García dice
En respuesta a la pregunta. No podemos. Es imposible, lo que hay que hacer es tratar de mitigar los efectos negativos. Es decir, si apareces en las redes sociales lo haces con todas las consecuencias y por tanto es importante construir un perfil reconocible y que contrarreste los posibles efectos negativos.
En el momento que estás en LinkedIn, Facebook, Twitter y si tienes un blog, tienes que ser muy consciente de todo lo que publicas y, en la medida de lo posible, hacer que juegue en tu favor.
El problema, claro está, es que un solo «error» puede echar por tierra mucho trabajo…
Elena dice
Eso es lo que me tira a mí para atrás a la hora de hacerme de facebook u otras redes sociales y es que aunque me lo he planteado muchas veces, encuentro el inconveniente de quizá el límite que hay entre mi vida personal y laboral se diluya. Y es que trabajo con personas(pacientes), que en muchas ocasiones me han preguntado si tenía facebook, como no lo tenía no ha habido problema, pero si no me tocaría dar explicaciones como me pasa cuando me piden mi teléfono personal (que no se lo doy a nadie). Aunque con facebook, me parece más complicado decir que no. En fin,… que de momento me resisto.
Raúl Hernández González dice
Estoy con Aitor. No se puede. El otro día hice un curso sobre «Tecnología y organización» (vamos, dospuntocerismos varios) y exponía que una de las habilidades fundamentales que tenemos que desarrollar empresas e individuos es a vivir en transparencia. Porque, simplemente, no podemos escondernos. Cualquiera puede, en cualquier momento, hablar de nosotros, poner una foto nuestra, dar su opinión… independientemente de que queramos o no.
Podemos tener un perfil bajo, claro… pero entonces:
a) no tenemos influencia (control no podemos tener, pero influencia sí) en el flujo de información (prefiero que los 10 primeros resultados en Google con mi nombre sean contenidos que he hecho yo, a que sean de vaya usted a saber el origen)
b) no podemos beneficiarnos de los aspectos positivos que tiene esa exposición.
En el caso que relatas… ¿por qué te resulta más difícil decir «tengo Facebook, pero es sólo para familiares y amigos» que «tengo móvil, pero es sólo para familiares y amigos»? Yo tuve una experiencia parecida… http://blog.raulhernandezgonzalez.com/2009/01/antipatico-20/
Chema dice
Parece que si le queremos sacar todo el jugo a esto de Internet, tenemos que sacrificar (al menos potencialmente) parte de nuestra privacidad.
Yo también prefiero que la información más visible sobre mí, venga de mi puño y letra, pero como dice Aitor un solo error y tu huella queda para siempre.
En el caso del Facebook personal, yo prefiero tener a mi grupo de amigos y familiares que son con los que quiero interactuar de esa forma. De todas formas, siempre queda la opción de la lista «B» con permisos limitados para gestionar «compromisos» de tipo laboral.
El tema del móvil es más complicado, porque aunque filtres a quien le coges el teléfono, resulta muy molesto, sobre todo el spam de las compañías telefónicas.
El primer dilema que se me planteó al crear este blog fue este en concreto: exposición vs anonimato, por las razones que estamos comentando. Al final opté por la exposición y de momento solo me está reportando cosas buenas 😉
Elena dice
Tienes razón Raúl, quizá me resulte más complicado lo de Facebook porque no lo manejo y no tengo total conocimiento de cómo se pueden limitar los contenidos que están expuestos a todo el mundo (no sé si el muro lo puede ver cualquiera,…). Quizá sea mi propia ignorancia la que me limita. Por lo menos procuraré informarme bien de que cómo funciona antes de negarme.
Un saludo